La instalación de la Convención Constitucional es sin duda un hecho histórico que transformará la manera de relacionarnos en Chile. No solo porque sea la primera con carácter paritario en el mundo, sino que además el hecho de que una mujer mapuche la presida gracias a un centenar de votos ha dado la vuelta al mundo. Elisa Loncón ofreció sus palabras iniciales en mapudungun, su lengua materna, un idioma que ha resistido las constantes invitaciones al olvido que la sociedad occidental ha construido en los últimos 200 años, y le habló a esos «otros»: las y los presos políticos chilenos y mapuche, enlazando las dos luchas más trascendentes de la última década: la del estallido social, con todo el feminismo que lo atraviesa, y la lucha de los pueblos originarios por la defensa de la naturaleza, el agua, los vientos y la biodiversidad. Le habló a quienes aman fuera de la heteronormatividad, a las y los migrantes, a quienes por cualquier lado desbordan la «normalidad». En definitiva, dejó claro que, junto con ella, llegan las y los excluidos a la presidencia del órgano más trascendental para el futuro del país.
Hace dos semanas vivimos el inicio de un nuevo ciclo en este solsticio de invierno y la imagen de Elisa Loncón tomando dicha presidencia con la bandera mapuche, en la compañía de la machi Francisca Linconao, autoridad espiritual sobreviviente de la represión; logró proyectar el sentimiento esperanzador del nuevo Chile que nace. Un país más justo, inclusivo y equitativo, donde se erradique toda forma de discriminación, procurando un estado plurinacional, feminista y con las diversidades y disidencias sexuales, tal como lo señaló la presidenta en su discurso.
Elisa Loncón Antileo e Isabel Godoy Monardez, mapuche y colla, respectivamente, han demostrado que los pueblos originarios hemos atravesado la sociedad chilena en un permanente movimiento silencioso. Nos hemos posicionado en los más diversos puestos, oficios, profesiones y liderazgos: lo que para la sociedad hegemónica fue asimilación forzada, para los pueblos originarios ha sido una resistencia silenciosa que, como las semillas, ha trascendido las generaciones para representar hoy, en el espacio más importante del país, la disputa más interesante del último tiempo. A ellas nuestro reconocimiento.
Para nosotros/as como Fenpruss, y sobre todo como sucomisión de Pueblos Originarios, no puede ser más significativo y esperanzador lo vivido durante la instalación de la Convención Constitucional, estableciendo de manera clara y contundente la necesidad de comenzar hoy, desde nuestros espacios de trabajo, a formarnos y fundar las bases para el Chile plurinacional que se abre camino. Un nuevo país que parte por conocer y reconocer, por abrir espacios para implementar los modelos de sanación propios de cada pueblo originario, permitiendo el libre despliegue de sus modelos filosóficos y el libre ejercicio de sus agentes de salud. Si dejamos de concebir la salud occidental como la única existente y establecemos puentes de diálogo entre modelos médicos, habremos hecho nuestra parte no solo para contribuir a una vida más justa y equitativa, sino que también para dar debido derecho a la salud a las más de dos millones de personas que se reconocen parte de alguna de las diez naciones originarias, y que hoy nos permiten sentir lo inminente de ese nuevo Chile que nace.
Porque hoy más que nunca, otro Chile es posible, ¡Otra salud también!
Subcomisión de Pueblos Originarios – Comité de Igualdad de Oportunidades