Cada 8 de marzo, el mundo conmemora el Día Internacional de la Mujer, una fecha que no sólo celebra los logros y avances alcanzados en la lucha por la igualdad de género, sino que también nos recuerda las persistentes injusticias y desafíos que enfrentan las mujeres en todo el mundo.

En una era donde la igualdad de género y la erradicación de la violencia contra las mujeres están en el centro de los debates globales, es esencial que los gobiernos y las instituciones tomen medidas concretas para abordar estas cuestiones profundamente arraigadas. Una de las herramientas más poderosas a disposición de los responsables políticos es el financiamiento de políticas públicas con un enfoque de género. Esta inversión no sólo es una declaración de intenciones, sino un paso crucial hacia una sociedad más justa y equitativa.

El financiamiento dirigido específicamente a políticas con enfoque de género tiene el potencial de desencadenar una serie de transformaciones positivas en todas las esferas de la sociedad. Una de las áreas más impactantes es la erradicación de la violencia de género.

La violencia contra las mujeres y niñas es una violación flagrante de los derechos humanos, una epidemia global que persiste en todas las sociedades, sin importar su nivel de desarrollo o su ubicación geográfica que no sólo causa un sufrimiento inmenso a nivel individual, sino que también socava la cohesión social y el progreso de las naciones. La violencia adopta muchas formas: desde la violencia doméstica hasta la explotación sexual, desde el acoso en el lugar de trabajo hasta el matrimonio infantil. Sus consecuencias son devastadoras, dejando cicatrices físicas y emocionales que pueden perdurar toda la vida.

En nuestro país ser mujer sigue siendo un factor de riesgo. De acuerdo a lo que detalla el estudio del Instituto Milenio MIPP, durante el año 2022, aproximadamente 1 de cada 4 mujeres fue víctima de violencia intrafamiliar.

No sólo eso, el porcentaje de ‘‘prevalencia de vida’’ -esto es, mujeres que han sufrido algún tipo de violencia psicológica, física o sexual en algún momento de su vida- ha aumentado progresivamente desde el 2012.

Según las cifras, el tipo de violencia que más ha se incrementado desde el 2012 es la psicológica, pasando de un 30,7% ese año, a un 41,1% en el 2022. Por su parte, la violencia sexual aumentó de un 6,3% en 2012 a un 6,8% el 2022. Mientras que la violencia física pasó de un 15,7% a un 16,7%, respectivamente.

En los últimos años, se han logrado avances significativos en la concienciación sobre la violencia de género y en la promulgación de leyes y políticas destinadas a prevenirla y abordar sus consecuencias. Sin embargo, estos avances no han sido suficientes y el financiamiento adecuado para políticas públicas con enfoque de género puede marcar la diferencia en la lucha contra esta epidemia global. ¿Cómo? Primero, al asignar recursos a programas de prevención, sensibilización y atención a las víctimas, se pueden abordar las causas subyacentes de la violencia de género y ofrecer apoyo a quienes la padecen. Esto no sólo ayuda a proteger a las víctimas, sino que también envía un mensaje claro de que la violencia de género no será tolerada en nuestra sociedad.

Además, el financiamiento en políticas con enfoque de género puede contribuir a cambiar las normas sociales y culturales que perpetúan la violencia y la discriminación. Mediante la educación, la sensibilización y la promoción de la igualdad de género desde una edad temprana, podemos construir una sociedad donde las relaciones se basen en el respeto mutuo y la equidad.

Pero el impacto positivo del financiamiento en políticas con enfoque de género va más allá de la erradicación de la violencia. También contribuye a cerrar la brecha de género en áreas como el empleo, la educación, la salud y la participación política. Al invertir en el empoderamiento económico de las mujeres, aseguramos que todos los miembros de la sociedad tengan la oportunidad de alcanzar su máximo potencial, lo que a su vez impulsa el crecimiento económico y el desarrollo sostenible.

Pero el área gubernamental no es el único responsable, para esta lucha es crucial que todos y cada uno de nosotras y nosotros asumamos la responsabilidad de combatir la violencia de género en nuestras comunidades y en nuestras vidas cotidianas. Esto implica desafiar las actitudes y comportamientos sexistas, denunciar el abuso y el acoso dondequiera que lo veamos y apoyar a las víctimas para que puedan buscar ayuda y justicia.

En este 8 de marzo de 2024, hagamos un llamado a la acción. Comprometámonos a trabajar juntas y juntos, para construir un mundo donde todas las personas, independientemente de su género, puedan vivir libres de miedo y violencia. Recordemos que la igualdad de género no es sólo un objetivo noble, sino un imperativo moral y un requisito indispensable para la paz y el progreso en nuestra sociedad.

El camino hacia la igualdad total puede ser largo y difícil, pero juntas y juntos podemos lograrlo. No podemos permitirnos ser indiferentes ni complacientes. Cada uno de nosotras/os tiene un papel que desempeñar en la creación de un futuro más justo y equitativo para todas y todos.

En este Día Internacional de la Mujer, como Confederación Fenpruss reafirmamos nuestro compromiso de poner fin a la violencia de género, profundizar en la comprensión del significado del feminismo, avanzar en la corresponsabilidad del cuidado infantil, personas mayores y/o dependientes, promover los derechos de todas las mujeres que componen nuestra sociedad, mujeres migrantes, mujeres pertenecientes a pueblos originarios, mujeres trans, lesbianas, y de especial manera, a la mujer trabajadora.

Construyamos un mundo donde cada persona pueda alcanzar su máximo potencial, sin importar su género.

Secretaría de Igualdad de Oportunidades
Confederación Fenpruss