El Día Internacional de la Juventud, que se celebra cada 12 de agosto, nos brinda una oportunidad invaluable para reflexionar sobre el papel fundamental que desempeñan las y los jóvenes en la construcción del futuro de nuestras sociedades. Hoy no solo hacemos un tributo a la vitalidad y creatividad de las nuevas generaciones, sino que también extendemos una invitación a reconocer los desafíos que enfrentan y a comprometernos a apoyar sus aspiraciones.
Vivimos en tiempos de cambios vertiginosos, donde la tecnología, la economía y el medio ambiente están en constante transformación. Los jóvenes, con su energía inagotable y su visión fresca, son los principales agentes de cambio en este panorama. Su capacidad para cuestionar el statu quo y buscar alternativas innovadoras es lo que muchas veces impulsa el progreso y la evolución de nuestras comunidades.
Sin embargo, es esencial reconocer que, a pesar de su potencial, las y los jóvenes a menudo se enfrentan a obstáculos significativos. La falta de oportunidades laborales adecuadas, la crisis climática y las desigualdades sociales son solo algunos de los desafíos que afectan a la juventud. Estos problemas no solo limitan sus posibilidades de éxito, sino que también impactan negativamente en el bienestar general de la sociedad.
En la salud pública de Chile estos problemas también se expresan de forma significativa. Nuestra red necesita de más personal, lo que hace que constantemente estén ingresando nuevas generaciones a nuestros servicios. Es común que este personal joven se encuentre con formas de empleo precario, situaciones de acoso y maltrato en internados o primeros años de trabajo, y con pocas posibilidades de progresar en el empleo por la inexistencia de una real carrera funcionaria.
Por ello, este Día de la Juventud debe servir como un llamado a la acción para todas y todos. Los gobiernos, las instituciones educativas, las empresas, los servicios y establecimientos de salud, y la sociedad en su conjunto, tienen la responsabilidad de crear un entorno que permita a las y los jóvenes prosperar. Esto implica no solo proporcionarles herramientas y recursos, sino también escuchar sus voces y valorar sus opiniones en el proceso de toma de decisiones.
Además, es crucial fomentar la educación y la formación en habilidades que les preparen para enfrentar los desafíos futuros. La inversión en educación, en particular en áreas emergentes como la tecnología y la sostenibilidad, es fundamental para garantizar que la juventud esté bien equipada para contribuir al desarrollo global.
Al mismo tiempo, debemos promover espacios de participación y liderazgo donde las y los jóvenes puedan expresar sus ideas y comandar iniciativas. El empoderamiento juvenil no solo enriquece nuestras sociedades, sino que también brinda un sentido de pertenencia y propósito, elementos esenciales para el bienestar emocional y social de la juventud.
Hoy celebremos a la juventud con el reconocimiento que merece y con un firme compromiso hacia su futuro. Asegurémonos de que cada joven tenga la oportunidad de alcanzar su máximo potencial y de que su energía y creatividad sigan siendo una fuente de inspiración y cambio positivo. Renovemos nuestro compromiso de trabajar juntos/as para construir un mundo más inclusivo, justo y esperanzador. El futuro está en sus manos, y es nuestro deber acompañarles en cada paso del camino.