Este 5 de septiembre tenemos a Bartolina Sisa en la memoria. Una mujer aymara que organizó y participó de la sublevación y resistencia al avance del ejército colonizador de la corona española en 1782 en la actual Bolivia. Bartolina, quien por no doblegarse a los mandatos de la corona española a sus 32 años, fue obligada a presenciar el descuartizamiento público de quien fuera su esposo, Túpac Katari, para luego ser ejecutada públicamente en la plaza mayor, descuartizándola post mortem para exhibir su cadáver en distintos puntos de la región.
Con esa memoria, que es herencia de dolor y resistencia, cada 5 de septiembre relevamos la importancia de las mujeres indígenas como columnas vertebrales de la resistencia de las culturas ancestrales, con sus conocimientos y significados.
La resistencia de las hermanas aymara y quechua es la propia. Vemos en la historia de Bartolina a Micaela, Janequeo, Fresia, Nicolasa, Macarena y a tantas otras que sus nombres no supo guardar la historia. Todas abocadas a la preservación cultural y territorial del seguir existiendo como pueblos.
Salud intercultural
Cuando abordamos la interculturalidad en salud, son los modelos de significados en torno a la salud y la enfermedad los que entra en disputa. La salud para los pueblos originarios va más allá del tratamiento a las dolencias: se centra en el equilibrio y bienestar de todo lo que constituye la compleja humanidad, el cuerpo, el espíritu, el entorno social y el entorno natural y sus elementos.
Los pueblos originarios, desde nuestro conocimiento ancestral transmitido por nuestras madres y abuelas, subvertimos la lógica antropocéntrica de la avasalladora preponderancia de las personas por sobre todo lo que existe. Las personas son una parte más de la vida en comunidad, integrando comunidades humanas y naturales.
Lengua originaria y salud
Desde nuestra área ha existido una apertura progresiva a la validación de otros modelos de salud, existiendo desde el 2000 el Programa Especial de Salud y Pueblos Indígenas, el cual busca resolver las inequidades en salud para las personas pertenecientes a pueblos originarios, aperturándose a prácticas culturales, medicina y procedimientos propios de la cultura originaria de cada territorio, sin hacerlas propias, sino que más bien propendiendo a su acceso.
En ese marco, es imprescindible relevar la importancia de las mujeres para la preservación de las lenguas originarias y, desde los/as funcionarios/as de salud, el manejo de las lenguas maternas de los pueblos originarios como factor protector de la salud para cada pueblo.
Actualmente nos encontramos en un proceso progresivo de pérdida de las lenguas propias de los pueblos originarios y sus territorios, producto de la pérdida de contexto para su uso, la minorización cultural de las lenguas originarias y la falta de reconocimiento constitucional de la diversidad de lenguas que cohabitan en el territorio de forma pre-existente al Estado chileno.
Para el pueblo mapuche, por ejemplo, el diálogo con el vivo entorno natural que se habita es central para su bienestar integral, existiendo importantes agentes de salud que cumplen esa labor, ya que sin ese diálogo existen padecimientos de salud individuales y comunitarios. A través del mapudungun se transmite el conocimiento que permite la coexistencia en equilibrio, lo que es un componente fundamental de la cultura y de la identidad.
Por otro parte: “La lengua como expresión de la identidad de un pueblo está ligada a la historia, presente y futuro de quienes la hablan. Cualquier cosa que afecte al pueblo afectará también a su lengua. Si un pueblo es dominado, subyugado, la lengua también lo será (Chiodi y Loncon, 1995), y al contrario, si una lengua vive, renace, se desarrolla, ello es el reflejo del éxito o circunstancia histórica del mismo pueblo.”
El bienestar de los pueblos originarios depende de la vitalidad de sus lenguas maternas, siendo entonces fundamental el rol del sector salud en el abordaje de la prevención de enfermedades, ateniendo a su vez la reciente publicación del reglamento del Artículo 7 de la Ley 20.584, que fija procedimientos para la instalación progresiva de un modelo de salud intercultural a nivel nacional, el cual, además, debe ser validado por las comunidades.
Este 5 de septiembre nos recuerda las luchas y resistencias de las mujeres indígenas, y también los desafíos que como funcionarios/as de salud tenemos en materia de salud intercultural.
Mariel Guiñez Nahuelñir
Facilitadora intercultural
Hospital Penco-Lirquén
Colaboración para la Subcomisión de Pueblos Originarios Fenpruss
Foto de portada: Camila Collío Lincopi.