En menos de una semana dos decisiones parlamentarias han puesto en jaque los derechos fundamentales de la infancia, de las mujeres trabajadoras y de las personas trans en Chile.
La aprobación del Informe CEI N°57 por parte de la Cámara de Diputadas y Diputados —que recomienda suspender el Programa de Acompañamiento a la Identidad de Género (PAIG)— y el rechazo del proyecto de Ley Boletín N°16.526-13, que buscaba modificar el Código del Trabajo en materia de trabajo nocturno para mujeres embarazadas y personas que tengan bajo su cuidado a menores de dos años, evidencian una peligrosa regresión en la construcción de un Estado garante de derechos.
El informe CEI N°57 no solo propone suspender un programa que ha sido clave para el bienestar psicosocial de niños, niñas y adolescentes trans y sus familias, sino que recomienda medidas que socavan principios universales como el interés superior del niño, la autonomía progresiva y el derecho a la identidad. Eliminar tratamientos de afirmación de género y prohibir políticas educativas inclusivas no es neutral: es una forma activa de violencia institucional que desconoce la evidencia científica, desprotege a una población históricamente marginada y legitima discursos de odio bajo el alero del aparato legislativo.
Desde la salud pública sabemos que acompañar, validar y proteger identidades diversas no es solo un acto ético, sino una medida urgente de prevención en salud mental, reducción de suicidios y fortalecimiento del tejido social. En cambio, lo que este informe representa es un retroceso en derechos básicos que Chile ha ido construyendo con esfuerzo, en cumplimiento de estándares internacionales de derechos humanos, como la Convención sobre los Derechos del Niño.
Simultáneamente, el reciente rechazo por parte de la Comisión de Trabajo de la Cámara de Diputados al proyecto de Ley Boletín 16.526-13 constituye otro grave retroceso, esta vez para las mujeres trabajadoras y para la protección de la niñez. Esta iniciativa respondía a una necesidad largamente visibilizada por el movimiento sindical y feminista: adaptar el marco legal a la realidad de quienes enfrentan turnos nocturnos al mismo tiempo que sostienen tareas de cuidado.
En un país donde más del 60% de las mujeres declara tener dificultades para insertarse o permanecer en el mercado laboral debido a sus responsabilidades de cuidado, rechazar esta modificación es perpetuar la exclusión estructural que enfrentan miles de trabajadoras. Peor aún, es desconocer que garantizar el derecho al trabajo con condiciones dignas es también una forma de proteger la salud y el desarrollo integral de la infancia.
Ambas decisiones desoyen el mandato constitucional de garantizar el interés superior del niño, y contradicen los compromisos internacionales asumidos por Chile, como la CEDAW y la Agenda 2030. Además, frustran avances concretos en la redistribución del trabajo de cuidado y en el reconocimiento de la diversidad como parte esencial de una democracia saludable.
Desde Fenpruss lamentamos profundamente este doble revés legislativo. Nos preocupa que se subordinen los derechos humanos a sesgos ideológicos y a cálculos presupuestarios de corto plazo.
Como Confederación reafirmamos que los cuidados son un derecho humano y un bien público; que la salud con enfoque de género, diversidad e inclusión salva vidas; y que ninguna democracia es posible si deja fuera a las infancias, a las mujeres trabajadoras y a las disidencias sexo-genéricas.
Exigimos que el debate legislativo se retome con altura de miras, y que se escuche a quienes viven en carne propia los efectos de estas decisiones: niñas, niños, mujeres, personas trans, cuidadoras, trabajadoras de la salud y sus comunidades.
Como Fenpruss seguiremos impulsando, desde el sindicalismo con perspectiva de género, una legislación que garantice el derecho al trabajo con dignidad, a la salud inclusiva y al reconocimiento pleno de la diversidad humana.
Porque sin derechos no hay salud, y sin cuidados no hay dignidad.
Por una salud pública con justicia de género y derechos humanos para todas las personas.