Este 18 de octubre se cumple el segundo aniversario del llamado “estallido social”, iniciado el día en que el “oasis de América Latina” no solo prendió, sino que también ardió, ante el asombro y la estupefacción de políticos, analistas, académicos y opinólogos.
Para algunos “Chile despertó”, para otros Chile tuvo sus días de furia, mientras los defensores del sistema quisieron ver una guerra provocada por “un enemigo poderoso e implacable”.
Dos años no entregan la perspectiva suficiente para realizar juicios muy tajantes. Lo cierto es que aquel estallido social sin conducción, demandas ni organización previa, expresó la suma de muchos malestares contenidos durante décadas, de ahí lo de “no son 30 pesos, si no 30 años”.
Ante lo inesperado de esta reacción ciudadana y popular, el Ejecutivo perdió toda iniciativa política y se refugió en la más irracional de las conductas: la represión y la negación del malestar; no era el pueblo, eran infiltrados; y hasta el K Pop salió literalmente al baile de las explicaciones.
Contra casi todo pronóstico previo, este acontecimiento gatilló un quiebre histórico: se llevó consigo a la institucionalidad de la dictadura, Convención Constitucional y plebiscito de salida mediante, y marcó el fin de la generación política de la transición. Hoy se abren incertidumbres, pero también y con más fuerza esperanzas de construir un Chile mas digno y solidario, donde el fruto del esfuerzo colectivo llegue a todos y todas de manera más equitativa y humana.
No podemos dejar de conmemorar esta fecha y darle su justo significado. No podemos olvidar y debemos reconocer a quienes se enfrentaron a la fuerza represiva irracional y desproporcionada de los agentes del Estado, recibiendo brutales golpizas, sufriendo pérdidas oculares o derechamente ofrendando sus vidas.
Nuestra Confederación Fenpruss una vez más estuvo del lado correcto de la historia, sumándose a la protesta y validando la salida institucional que hoy nos encuentra participando de un proceso constituyente histórico e inédito por sus características. Un proceso que hay que fortalecer y defender de aquellos que se niegan a los cambios y se enredan en pretensiones maximalistas.