En vísperas de una nueva conmemoración del Día Internacional de las y los Trabajadores (No “Día del Trabajo”, como se suele decir), jornada de lucha reivindicativa y de homenaje a los mártires de Chicago, sindicalistas anarquistas ejecutados en Estados Unidos por participar en la lucha por la consecución de la jornada laboral de ocho horas. Una demanda que si bien a ojos de este siglo pareciera un derecho mínimo, aun está lejos de respetarse, especialmente en este país, donde muches deben, por necesidad o amenaza de despido, laborar jornadas extensas sin derecho a pagos extras o beneficios compensatorios.
Este año, la fecha nos encuentra en un contexto marcado por la pandemia, con su descalabro social y sanitario, y por la crisis del modelo de sociedad construido en la dictadura cívico-militar, y profundizado en este periodo post-dictadura, cuyo agotamiento quedó en evidencia gracias al estallido social.
Se han develado dramáticamente las grietas del modelo, que por mucho tiempo se venían escondiendo debajo de la alfombra: las expresiones del ex ministro Mañalich respecto al hacinamiento en las viviendas; la precariedad de nuestros débiles mecanismos de “seguridad social”, la tremenda brecha digital que impide que grandes sectores del país puedan recibir clases a distancia, la vergonzosa desigualdad entre el índice de fallecimientos de comunas pobres y ricas, la dura realidad de quienes deben viajar horas para ir y volver del trabajo en medios de locomoción llenos, etc. Todo esto ocurriendo día a día ante la indiferencia y tozudez de las autoridades.
Pocas veces ha habido más razones, no solo para conmemorar, sino también para expresar la legítima movilización y protesta. El manejo de la pandemia por parte del gobierno de derecha ha privilegiado intereses económicos y financieros por sobre consideraciones sanitarias, haciendo oídos sordos a las recomendaciones de los expertos y de quienes cotidianamente enfrentamos la tarea de atender a los pacientes del COVID-19. Esto ha traído enormes costos en la salud y en la vida de miles de personas, con el efecto secundario de postergar prestaciones de salud no COVID, aumentando considerablemente las listas de espera y generando una crisis que será muy difícil de manejar con los actuales recursos.
Ante esta realidad dramática, el movimiento sindical se movilizó y la CUT llamó a una Huelga General Sanitario este viernes 30 de abril, en la víspera del Día de las y los Trabajadores, como una forma de reivindicar la memoria de nuestros mártires. Cuando nos acercamos a un recambio en la conducción de la Central Unitaria, en que junto a la Confederación del Comercio y otros aliados sindicales nos proponemos fortalecer el sindicalismo, nuestra Confederación Fenpruss, una vez más, dijo presente en la movilización de este viernes y estará en los actos del 1° de mayo, convencidos de que otro Chile es posible y otra salud también.